25 de marzo de 2013

Psycho-Pass: Una sociedad ¿perfecta?

La historia de Psycho-Pass se sitúa, aproximadamente, dentro de unos 100 años. En Japón, por supuesto, donde un sistema misterioso llamado Sybil controla, por así decirlo, los pensamientos de la gente, analizando si las personas son propensas a convertirse en futuros criminales. La policía usa unas armas llamadas Dominator para analizar el coeficiente de criminalidad de los infractores de la ley y así juzgarlos directamente sin necesidad de pasar por un juzgado. El problema aparece cuando se constata la existencia de personas especiales que, aunque cometan crímenes terribles, escapan al juicio de las dominator y el sistema Sybil.
Akane Tsunemori es una nueva inspectora que ha obtenido notas sobresalientes y que estará al cargo de unos cuantos sicarios (los sicarios eran antiguos inspectores que por determinadas razones llegaron a tener un coeficiente de criminalidad alto y fueron degradados). Poco a poco, ella y su subordinado Shinya Kougami descubrirán que el sistema que sustenta el país no es tan perfecto como parecía. Que ese sistema de justicia, pese a reducir el crimen casi en un 100% tiene sus defectos.

Gen Urobuchi vuelve a la carga. Y esta vez, tras reinventar por completo la historia de Fate/Stay Night con Fate/Zero y darle una vuelta de tuerca a la clásica serie de magical girls con Madoka Magica, nos trae una serie de ciencia-ficción que se inspira en las novelas más famosas de este género. De hecho, la literatura y la filosofía rebosan por los cuatro costados de Psycho-Pass, haciéndonos pensar mucho. Y es que es verdad que el planteamiento que tiene este anime ya está muy visto (típica sociedad que parece perfecta pero que en el fondo está llena de oscuridad y podredumbre), pero uno nunca se cansa de ver reinterpretaciones de un mismo tema, sobre todo si están bien hechas. Ese es el caso que nos ocupa.

Porque la historia está muy bien contada. Poco hace falta para sumergirte en el mundo de los personajes y empezar a pensar como ellos. Y, como ellos, nosotros también nos cuestionamos cosas. ¿Quién es el verdadero malo? ¿A quién hay que castigar? A ello ayuda la estética de la serie, oscura, gris.
Me encanta la evolución de la protagonista, Akane Tsunemori. O más que evolución, tal vez debería decir transformación. Empieza siendo una patosa y al final se convierte en alguien con las ideas muy claras. Pero ya veréis a qué me refiero.

Yo tuve la mala suerte de pillar esta serie muy tarde, cuando ya estaba casi a punto de acabar. Cosa que, bueno, en parte no es tan malo porque así pude verla casi del tirón. Pero me arrepiento de no haberla empezado cuando correspondía, porque me encanta todo su planteamiento. Eso sí, el final queda un poco abierto y nos deja pensando. ¿Habrá una segunda temporada? ¿Ovas? ¿Película? Quién sabe.

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